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Carta abierta a las mujeres de la Guardia Civil: más pan y menos rosas

Carta abierta a las mujeres de la Guardia Civil: más pan y menos rosas

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Carta abierta a las mujeres de la Guardia Civil: más pan y menos rosas

Esta carta se dirige a las 7.442 mujeres que actualmente formamos parte de la Guardia Civil. Su objetivo es invitarnos a compartir con nuestro entorno y muy especialmente con los mandos  -y, por elevación, con sus mandos políticos-  una reflexión sobre la doble desigualdad que sufrimos.

La celebración del Día Internacional de la Mujer es una oportunidad más para recordar a los hombres y a las mujeres que tienen algún tipo de responsabilidad sobre las condiciones laborales de las guardias civiles que éstas no son justas en comparación con otros funcionarios, con otras profesiones y con otros cuerpos policiales.

 

El Día Internacional de la Mujer tiene su origen en la valentía de un grupo de mujeres de una fábrica textil de Nueva York que se atrevieron a protestar contra la desigualdad salarial respecto a sus compañeros. Tras aquella primigenia manifestación del 8 de marzo de 1875, se creó el primer sindicato femenino de la historia y se desató una ola de protestas y huelgas de mujeres en el sector textil. Una de las más notorias se produjo en 1908; bajo el lema “Pan y Rosas” salieron a la calle 15.000 mujeres para protestar por las terribles condiciones laborales que experimentaban.

En los 150 años transcurridos desde entonces hemos avanzado mucho en las políticas de igualdad. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. La desigualdad que sufrimos las guardias civiles empieza por el salario: ganamos bastante menos que una ertzaina y una mosso d’esquadra,  aunque realizamos las mismas funciones; es más, ellas no salen de su comunidad autónoma, mientras que nosotras podemos ser destinadas a cualquier punto de España.

 

Esta desigualdad sigue por unas condiciones laborales que, para empezar, no nos consideran profesión de riesgo, a diferencia de policías autonómicas, locales y, entre otras ocupaciones, cantantes. Nuestro sistema de turnos no es comparable con el que disfrutan las policías nacionales, y las medidas de conciliación son muy deficientes. En este punto quiero reconocer especialmente el enorme sacrificio que realizan las guardias civiles que tienen hijos pequeños o familiares a su cargo. En estos casos la conciliación se vuelve prácticamente imposible y sólo la sensibilidad de algunos mandos logra salvar las deficiencias de nuestro régimen laboral.

 

Ascender es una decisión muy personal, pero ciertamente las condiciones laborales no estimulan que haya más mujeres en las escalas superiores. De las 7.442 mujeres de la Guardia Civil, el 10,33 % del total del Cuerpo, sólo el 5,6 % son oficiales y el 4,97 % suboficiales. Sigue siendo más fácil ascender para los hombres, lo cual no sólo se debe a las condiciones laborales de nuestro instituto, sino también a una cultura que todavía sigue reservando a las mujeres el papel de cuidadoras y gestoras del hogar.

 

Me gustaría que esta carta fuese leída con detenimiento por dos mujeres que tienen capacidad de decisión. La primera es Mercedes González, quién hace apenas cinco meses asumía la dirección general de la Guardia Civil. Como se trata de la segunda vez que está al frente del Instituto, conoce perfectamente nuestras reivindicaciones. De hecho, en su toma de posesión dijo, dirigiéndose a los y las guardias civiles, que estará a la altura de la entrega y el sacrificio que practicamos a diario, asumiendo la tarea de dirigir esta Institución “con responsabilidad, dignidad y trabajo para hacer más grande y mejor un Cuerpo que hunde sus raíces en la historia, pero que mira y avanza con entusiasmo hacia el futuro”. Queremos hechos más que palabras.

 

Y la segunda mujer es la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, quien recientemente recordaba a las empresas que tienen que cumplir escrupulosamente los planes de igualdad. La Guardia Civil no somos una empresa, pero disponemos de un plan de igualdad que, hasta la fecha, no logra reducir las brechas que nos distancian de otros colectivos de mujeres.

 

Finalmente, no quiero olvidar a las mujeres que son pareja de nuestros compañeros guardias civiles. Ellas también sufren de forma indirecta la desigualdad que sufre la Guardia Civil, que en el caso de las mujeres tiene una doble dimensión.

 

En estas fechas propicias para recordar las injusticias e intentar acabar con ellas, invitamos a todas las mujeres de la Guardia Civil a que dejen oír su voz en su entorno para reclamar “más pan y menos rosas”, es decir, mejores condiciones salariales y laborales y menos declaraciones vacías de contenido real.

 

 

Sonia Valverde

 

Secretaria nacional de Igualdad de JUCIL

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